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Madres que cultivan cannabis como medicina para sus hijos aún no encuentran justicia en Perú

Hablamos con Ana Álvarez, una de las fundadoras de 'Buscando Esperanza', la asociación de madres que fue víctima del allanamiento de plantas de cannabis sativa en el 2017. Tres años después, analiza la accesibilidad a cannabis y cuenta la situación en la que se encuentran las familias que necesitan esta planta medicinal para mejorar su salud.


La madrugada del 7 de febrero del 2017, un grupo de policías ingresó a una vivienda en San Miguel (Lima) y se llevó siete plantas de cannabis sativa, una prensa y un sistema de hidroponía, que madres de familia, un cultivador y un médico usaban para procesar aceites que servían para tratar a un grupo de menores con trastornos neurológicos. Este caso motivó que se impulse una ley que regule el uso medicinal de cannabis en Perú. Si bien se archivó la denuncia contra estas madres, el médico Juan Lock y el cultivador Luis Gavancho, pasados más de tres años de dicho allanamiento y más de dos años de la promulgación de la Ley Nº 30681, estos promotores de la salud siguen excluidos por el Estado, al no reconocerse el autocultivo.


Ana Álvarez es una de las madres que fueron perjudicadas por la intervención policial del 2017 y una de las fundadoras de 'Buscando Esperanza', la asociación que agrupa a más de sesenta familias peruanas que se autogestionan para acceder a cannabis. Como madre de Anthony, un joven que sufre de esclerosis tuberosa, convulsiones y problemas psiquiátricos, Ana defiende a la cannabis, ya que afirma ha ayudado a mejorar la salud y calidad de vida no solo de su hijo, sino de toda su familia. En esta entrevista, Ana Álvarez pide que las autoridades peruanas escuchen sus demandas y que se democratice el acceso a esta planta permitiendo las asociaciones de cultivo.


- Perú tiene una ley de cannabis medicinal hace más de dos años, ¿qué ha cambiado para ustedes en este tiempo?

Nosotras como impulsoras de esta ley, hemos hecho mucha incidencia política, social y legal. Las madres luchamos por el autocultivo y cultivo asociativo, pero esta ley no ha cambiado mucho. El Minsa (Ministerio de Salud) está vendiendo un medicamento que es estandarizado. No estamos en contra de ello, nos parece un avance muy grande que se reconozca a la cannabis como medicina, pero tenemos una ley limitante.


Quizás para las personas que recién van a iniciar un tratamiento, tal vez a ellas las beneficie, pero a nosotras nos han dejado bajo la ilegalidad. Como recordarás, esas plantas que nos allanaron eran nuestra medicina.


"Ahora, solo están importando, permiten el cultivo pero a través de laboratorios y nosotras no luchamos por ello. Luchamos por una medicina natural, que comprenda a toda la planta, desde el tallo, las raíces y las hojas, todo es beneficioso para usarla de forma terapéutica. Para nosotras es una ley limitante, tendríamos que formalizarnos como laboratorio y no tenemos dinero suficiente para ello. Lo que pedimos es un acceso democrático".


- Tenían una especie de laboratorio casero en donde procesaban aceites medicinales para sus hijos. Las denunciaron, pero no continuó el proceso. ¿En qué quedó este caso?

Teníamos siete plantas de cannabis que se las llevaron, eso ya está perdido, pero ahora estamos por recuperar el material instrumental que era valioso para nosotras. No encontraron pruebas para inculparnos, no había delito porque fue por un tema de salud. Pero antes de iniciar el cultivo, no queríamos incumplir la ley, fuimos a tocar muchas puertas, queríamos que nos escuchen y que vean nuestra necesidad. Y por esta necesidad, nació 'Buscando Esperanza', por las madres que con tanto dolor veíamos a nuestros hijos convulsionar día tras día. Pero como no nos escucharon, tuvimos que hacerlo, iniciamos el cultivo asociativo. Después del allanamiento se abrió este camino, presentaron un proyecto de ley y recién desde ese momento las autoridades nos prestaron atención.


- Anthony sufre esclerosis tuberosa, ¿cómo llegaste a iniciar el tratamiento con cannabis?

Fue un proceso bien largo. Desde los 4 años, mi hijo tomaba 18 medicinas diarias, pastillas para las convulsiones, como valprax, en grandes dosis, mañana, tarde y noche. Luego, a los 15 años empezó a tener cuadros psicóticos, se arrastraba en el piso, no quería alimentarse, no quería bañarse. Teníamos que encerrarlo prácticamente, era una situación bien fea. Es ahí donde la cannabis me ayuda. Ver a mi hijo ahora y recordar lo de antes, no tiene comparación. Como decimos con mis compañeras, todo lo que ha pasado, ha valido la pena. Estamos muy agradecidas con esta planta, con la naturaleza en sí, sin ella mi vida y la de toda mi familia no sería la que llevo ahora.


- Han ido probando aceites y encontrando efectos. Con la cannabis es así, no hay dosis exactas ni estandarizadas.

Incluso puede pasar un año y esa misma cepa ya no le podría hacer efecto a tu hijo. Para llegar a que mi hijo se estabilice, ha sido prueba y error. Cuando empecé he importado de Canadá, de otros países, pero no le daban resultados como este aceite casero.


"El Estado sacó una ley, pero se olvidó de los que realmente luchamos por esa ley. Hay un grupo de la población que tuvo problemas de salud y como el Estado no lo pudo solucionar, nosotras las mismas madres las hemos ayudado y ahora nos limitan".


- En una teleconferencia del Minsa, el médico psiquiatra Carlos Bromley realizó comentarios negativos sobre el uso de canabis en menores, incluso contra el CBD, que es la sustancia más segura. En caso de Anthony, ¿su tratamiento incluía THC?

Cada tratamiento es individual. Al principio, como no sabíamos mucho, yo le daba a Anthony algunas cepas altas en THC, pero por su problema psiquiátrico no le hacía muy bien. Pero por ejemplo en el caso de Rodrigo, el hijo de una compañera, con el mismo problema de Anthony, sí consume una cepa 1:1 con mucho THC porque tiene tumores en el cerebro y con eso lo está controlando muy bien. Otro caso de patologías para las que se usa THC son los casos de PCI (parálisis cerebral infantil), a los que les hace muy bien. El problema es que nadie se pone en nuestro lugar porque no viven nuestro día a día. Y, ¿qué más evidencia que nuestros hijos?


- Al agregar cannabis a su tratamiento, ¿cómo es ahora la medicación de Anthony?

A Anthony, los medicamentos psiquiátricos se los quité: ketiapina, respiridona y vipirideno. Para mi era un suplicio, todas las mañanas darle un cóctel. Ahora, ya no toma ningún fármaco para tema psiquiátrico. Para las convulsiones, de 18 pastillas solo se ha quedado con 3, que estoy en proceso de quitarle, y sus gotas de cannabis. Él toma un extracto alto en CBD, bajo en THC pero con más de 1%.


- Lo que ha estado vendiendo el Minsa es menos de 1% de THC.

Nosotras a los pacientes les decimos que prueben, no podemos hablar mal. Con la experiencia que tenemos, sé que en mi hijo no va a surgir ningún efecto, pero tal vez a las personas que recién comienzan les decimos que prueben. Porque así comenzamos nosotras con prueba y error. Nosotras tuvimos al doctor Juan Lock que nos apoyaba, pero antes de eso nosotras mismas nos monitoreábamos. Este proceso por el que está pasando el Estado ahora, nosotras ya lo pasamos antes. Usar el aceite de Digemid sería retroceder, yo no voy a poner en riesgo la salud de mi hijo.


- ¿Cómo ha cambiado la cannabis a Anthony y al resto de la familia?

Ahora,mi hijo está bien, sé que la cannabis no le va a cambiar el diagnóstico, pero sí le ha mejorado calidad de vida. Antes parábamos con los pelos de punta, cuando Anthony empezó con el tema psiquiátrico, mis dos hijos menores tuvieron que irse a vivir con su papá. Prácticamente, la familia se separó. Ahora ya tenemos tres años viviendo juntos nuevamente. También llegó un momento en el que ya nadie nos visitaba, o nosotras mismas nos aislábamos por vergüenza de lo que podría pasar en la calle con nuestros hijos, nos ha pasado que estábamos caminando y de pronto le daba una convulsión. Mi hijo tiene un montón de cicatrices en la cabeza, en un momento llegó que caminaba y se desplomaba al piso. Eso es fuerte. Ahora ya no hay nada de eso. A veces tiene sus crisis, pero son prácticamente ausencias o caídas de cabeza, pero muy leves comparado a lo anterior. Ahora solo voy al neurólogo cada tres meses, antes estaba internado, y mi rutina era entre los internamientos y mi casa. Eso no era vida.



- Ustedes estuvieron sosteniendo reuniones hasta la promulgación de la ley, ¿en qué momento se cortó el diálogo con las autoridades?

Nosotras fuimos la primera asociación que se reunía con el Minsa. Pero teníamos la convicción de que el aceite casero es el mejor para nuestros hijos, vieron que no podían con nosotras, nos echaron de lado. Nosotras hemos sido las que hacíamos los plantones, las marchas, exponer a nuestros hijos en cada marcha no es cualquier cosa. Habían madres que llevaban a sus hijos con autismo a las marchas. El año del allanamiento fuimos reprimidas por policías, nos atacaron, nos lanzaron bombas lacrimógenas. Hemos pasado muchas cosas para que esta ley se dé. Para nosotras, no es satisfactorio que después venga otro grupo y pida también la importación. Eso para nosotras no correspondía.


"La importación de todas maneras se iba a dar, al Estado le conviene eso. Luchar por una importación era innecesario, eso estaba por sentado. Se tenía que luchar por un cultivo asociativo, por un cultivo personal".

- ¿El Minsa no las ha vuelto a llamar a desde hace cuánto tiempo? Cuando hubo una representación de un grupo,en el que no estábamos nosotras, presentamos una carta pero nunca nos llamaron. Solo nos recibió el doctor (Yuri) Cutipé, el psiquiatra, el representante del Minsa en la comisión que elaboró el reglamento, nos explicó algunas cosas pero nunca fuimos partícipes. Nosotras pensamos que tal vez ha sido por intereses propios, porque con nosotras sabían que no iban a conseguir nada. Se nos han acercado empresarios holandeses para ser representantes de sus laboratorios, pero eso no es, se desvirtúa el tema. Nosotras ahora vemos una manera de ayudar a las personas para que puedan probar cannabis a través de nuestras campañas mensuales, donde hay médicos que recetan cannabis.

- ¿Ustedes se han registrado en la web de Digemid como pacientes? Eso es para los que van a comprar el medicamento al Minsa, pero yo no lo voy a comprar.

- Se acabó también. No hay stock de cannabis en la farmacia de Digemid. Justo por eso es que nosotros queremos una medicina segura, que tenga continuidad, no esperar que se acabe y luego ver qué se hace, uno se queda sin tratamiento. En el sistema de salud público, no hay medicina por un tiempo y pueden pasar 1 o 2 meses y los pacientes se quedan sin atención. Justamente por todo ese sistema burocrático es que no queríamos ya seguir pasando por eso. Nosotras ya hemos pasado de todo, hemos ido hospital tras hospital.


- ¿Han considerado la vía judicial? Justamente estábamos haciendo algo de ello, pero luego vino todo esto del Congreso que se disolvió. Es que a veces luchamos tanto, vemos tantas cosas que se distorsionan en el camino, que a veces los ánimos se pueden ir. Nosotras, las madres, luchamos, nos esforzamos, expusimos tanto a nuestras familias, para que al final no nos consideren, no nos tomen en cuenta, eso nos podría desmoralizar. Aparte de enfrentar al Estado, tendríamos que luchar con otros grupos, ya no tenemos tanta fuerza, porque nosotras tenemos hijos discapacitados que atender, tenemos una familia. Si nuestros intereses fueran otros, contrataríamos a un abogado, a un médico y pondríamos una demanda al Estado. Pero nosotras no estamos luchando por nosotras nada más, sino por todas las demás personas. Nos han tocado casos de personas de provincias y lo que yo les puedo dar es solo información y enseñarle, ni regalar aceite podemos porque estaría penado, no se puede obsequiar nada. Y no nos están permitiendo tampoco cultivar, está fuera de la ley, queda en riesgo de cada familia hacerlo o no.

- Este 2020 tenemos nuevo Congreso, ¿qué le pedirías a los nuevos parlamentarios? Hay que hacer una nueva ley, esta ley ya está dada, es un gran paso, pero no cubre nuestras necesidades. Alberto de Belaunde fue uno de los congresistas que nos apoyó desde antes del allanamiento. Por ahí podríamos tener una puerta. Él hizo mucha incidencia política con nosotras, creando mesas de diálogo con otros congresistas. No tuvimos la misma llegada con todos, pero algo se logró.

"A los nuevos congresistas, les pediría que se pongan en nuestro lugar, que vean la necesidad de la gente, de un acceso democrático al cannabis medicinal".

Necesitamos esta medicina no solamente para un sector, sino para todos, para las personas de provincias que vienen a Lima con todas las ilusiones, pero nosotras solo le podemos dar información y semillas para que hagan sus medicinas. Esas personas no van a tener dinero suficiente para pagar una consulta médica y luego comprar el aceite. ¿Y si no le hace efecto? Van a tener que pagar una nueva consulta y comprar otro aceite, ¿cuánto dinero se va ahí? Hay personas que no pueden pagar todo eso, por eso nosotras peleamos por el cultivo personal y asociativo de pacientes. Les diría que presten oídos a este tema porque es muy importante, se trata de la salud, de la vida.

- Y de la libertad y autonomía de las personas. Estoy convencida que cada ser humano tiene su derecho de elegir cómo es que va a recuperarse. Entonces, que nos apoyen y que se informen mucho antes de emitir una opinión. Nosotras no hemos descubierto nada, esto en otros países ya está muy avanzado, y hay evidencias reales que la persona mejora su salud, su vida y de toda su familia.

"Si van a emitir alguna opinión deben informarse bien. Lamentablemente, la gente se deja llevar, tenemos aún la idea de antes que es una droga, que se va a volver adicto, pero no es así. Mi hijo lleva 4 años consumiendo esta medicina y no es ningún adicto, más bien está mejor que antes".

- También falta capacitación a los médicos. Por su puesto. Por ejemplo, mi hijo tiene seguro EsSalud, le pregunto a su médico sobre el cannabis y me dice que no sabe, que se puede dar, pero él lo ve muy lejano. Entonces, si él no tiene la información…

- Lamentablemente no se ha enseñado en las universidades anteriormente. Ahora hay cursos de posgrado en el país, pero son muy recientes. Son muy pocos médicos capacitados para la población que tenemos. Pero cuando una tiene una necesidad, investiga. Una persona común y corriente puede informarse y llegar a tener acceso a la cannabis. Yo creo que es nuestro derecho fundamental, la salud no se le puede negar a nadie. También somos conscientes de que tienen que haber candados, y esa es la labor del Estado.

- Si imaginamos un modelo de asociaciones de cultivo o cultivo solidario, ¿cuál sería la propuesta de ustedes? Nosotros planteamos estar registradas debidamente como cultivo asociativo o personal, llevar nuestro aceite a un laboratorio para analizar nuestros aceites caseros o que nos faciliten cromatógrafos para determinar la cantidad de cannabinoides de nuestros extractos, también estar atendidas y monitoreadas por un médico para ver los avances de los pacientes. Es todo un tema cómo regular, porque siempre hay gente que se puede aprovechar. Y si a nosotras nos han aislado es porque nosotras no vimos un tema de lucro, sino un tema más humano.

- El Estado no ha tomado en cuenta a las madres y al parecer tampoco a los cultivadores que iniciaron esta lucha. Salvo que pongamos un laboratorio, pero eso es muy costoso. Estamos excluidas, los requisitos son como para grandes empresas. Es bueno que pidan estándares de calidad pero imagínate qué paciente, qué madre le va a dar cualquier cosa a su hijo. A mi hijo le doy lo mejor, qué mejor medicina que la que tú misma cultivas, que tu ves crecer, y luego una misma la procesa. Eso es algo que no se va a comparar con alguna medicina estandarizada.

- Tres años después, parece ser que la situación no ha cambiado para ninguna de las víctimas del allanamiento.

Esperemos que algún día cambie esto, la esperanza es lo último que se pierde. Lo digo con convicción, nosotras somos 'Buscando Esperanza'.


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